Y no es para menos. Muchas veces me pregunté, por qué tiene
que ser así. La respuesta la obtuve de la Filosofía contemporánea. Una de las
ciencias “más humanas” que he conocido. Es la que se ocupa de lo que le pasa al
hombre/mujer de hoy. Cuáles son sus deseos, qué es lo que quiere, hacia donde
quiere ir, etc.
La sociedad occidental, está transitando una época difícil.
Vivimos atravesados por dos ejes de pensamiento: por un lado la Modernidad que
heredamos, en donde la categoría de progreso y proyecto, siguen vigentes, y
donde según nos dijeron, debemos dejar el pasado atrás y “untarnos” de todo lo
nuevo. Frases como “lo pasado pisado”,
etc. todavía están vigentes, así como el deseo irrefrenable del consumo y la
acumulación material, como paradigmas de la felicidad. Un pensamiento moderno, que todavía hoy sigue
vigente. Quizás, no con la fuerza de
antes, porque no es menor declamar el desencanto que nos provocó esa
Modernidad. No todos podemos vivir de la misma manera. Las
oportunidades, se dan para algunos y no para otros, injustamente, o mejor dicho,
la universalidad que propone falsamente el modelo, no es tal. Para que algunas personas vivan “bien”, tiene
que haber otras que vivan mal.
El otro eje: el Pos-moderno, nos hace pensar que es posible
vivir, recurriendo al pasado, tomar de él lo que queramos, elaborar una
crítica, reflexionar sobre lo que nos hace sentir mejor. Esto, es lo que la
Filosofía actual nos señala como contemporaneidad. Y este es el momento
difícil, esta contemporaneidad, este movernos entre los dos ejes. Para mí, es
una experiencia maravillosa, y lo noto por ejemplo en la práctica social
cotidiana. Ya no nos conformamos con acatar, lo que nos es dado, sino que está
en nosotros, decidir que queremos para nuestras vidas. Si hay un modelo económico hegemónico, que
nos sigue indicando (lo observamos, por ejemplo, desde los medios de
comunicación tecnológicos), que es lo bueno, bello, o ético, o normal. Está en
cada uno de nosotros/nosotras, decidir, si es tan así. Podemos reproducirlo,
ignorarlo, continuarlo, o seguir nuestra convicción, de que si queremos
transformar esta realidad construida, desde los grupos económicos poderosos,
podemos hacerlo. Tomemos conciencia. Reflexionemos sobre nuestras vidas, se
puede.
ALICIA CAMPOS
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