No lo puedo evitar, cuando alguien me lo dice, se me llenan
los ojos de lágrimas…y si el que me lo
dice, lo hace mirándome a los ojos desde la profundidad de su tristeza, ni les
cuento.
Para que se entienda. Cuántas veces vamos por la calle y nos
encontramos con personas que nos ofrecen algún producto (curitas, lapiceras,
medias, encendedores, etc)? Cuántas veces se pasa al lado de esas personas en
situación de riesgo y nadie las registra? Nadie se detiene, ni siquiera a
mirarlos, menos a escucharlos, son invisibles para la mayoría de los
transeúntes. Vamos apurados y si nos piden plata, más.
Por si alguien aún se cree un “elegido”, les recuerdo que
esos, son seres humanos, iguales a nosotros. La diferencia está, en que no tienen recursos
para poder alimentar a sus familias, entonces venden algo, porqué tal vez les
da vergüenza mendigar. Claro, esto lo
entienden muy pocos/pocas, y si encima la “escena” ocurre en un barrio “paquete”,
ni les cuento. La mirada de desprecio va acompañada de…-Qué horror, el barrio
se está llenando de indigentes! Ó “El Estado debería ocuparse” y otros
comentarios tan estúpidos y lamentables.
Sí, claro, el Estado debería velar para que ninguna persona
tenga que pasar por esa situación, pero, mientras tanto? Qué hacemos? Miramos
para otro lado?, como nos inculcan y machacan desde este Sistema económico
egoísta, que premia el individualismo y hace culto del bienestar económico como
paradigma de la felicidad. Qué el otro se arregle…
Por fortuna, somos muchos también, los que no pensamos así…gracias a Dios, y
entonces cuando alguien por la calle nos pide una ayuda, nos detenemos, la
ofrecemos con una sonrisa, y elegimos algo de lo tienen para vender, y lo
comparamos con interés, porque quizás esos pesitos le sirven a ese ser humano,
para poder comer ese día. Le resolvemos
la inmediatez. Por lo menos, sabemos que ese día, ese señor, mamá o niño,
comen. Qué nos cuesta? Parece mentira, cómo les cambiamos por un rato, su
desdicha por una sonrisa, encima, nos agradecen y casi nunca falta el “Qué Dios
te bendiga”, que me conmueve cada vez que me lo dicen….ellos a mí. A mí, que
tengo de todo y ellos o ellas, los vulnerables de nuestra descarnada y desigual
sociedad, no tienen nada.
La desigualdad social me
enfurece. Me niego a aceptar que cuatro o cinco familias concentren tanto dinero y que haya muchos que
no tengan siquiera para tomar un vaso de
leche. Tema aparte, las muertes por desnutrición en un país tan rico como el
nuestro ¡!
Por eso, cuando me bendicen de esa manera… me incomoda….Dios
los debería bendecir sólo a ellos por soportar injustamente, todo lo que tienen
que soportar, todos los días de su vida.
ALICIA CAMPOS