lunes, 26 de diciembre de 2011

SOCORRO….MALTRATADOR/A PSICOLÓGICO A LA VISTA !

A lo largo de nuestra existencia, las personas extremadamente sensibles (cómo yo) – vale aclarar que escribo a veces en primera persona, no por egocentrismo, sino como para usarme de  “conejillo de Indias”, en  determinadas experiencias de vida-. Decía, que los que contamos con una sensibilidad a “flor de piel”, somos más proclives a detectar estos personajes: Los maltratadores/as, llamados también, mentales.

Sin distinción sexual, ni de clase social, el maltrato, como forma de violencia, puede ser ejercido tanto por hombres, como por mujeres, en forma física o psicológica.  El torturador mental, es, a mi entender, el “manotazo de ahogado”, al que recurren ciertos personajes retorcidos, de nuestra sociedad, en la búsqueda de retener el poder de su discurso.  En general, se trata de sujetos, de una enorme incapacidad para ser aceptados por el resto, por un auto boicot –que ellos/ellas mismos generan-, con una carga emotiva muy pesada, y un gigante complejo de inferioridad, que viene con el combo incluido, de una baja autoestima.

Ahora bien, desde que nacemos, podemos ya ser víctimas de estos individuos.  Los podemos padecer en nuestra propia familia. Le siguen, algunos/as maestras,  novios, amigos, hijos, empleadores, etc. y así sucesivamente, de acuerdo con nuestra interacción social, en el tiempo. Es una situación injusta y despareja. El niño o la niña, puede llegar a toparse con estos torturadores, y por su condición de vulnerabilidad, no saber defenderse, y por lo tanto, el daño causado es peor, y casi siempre, deja secuelas en nuestra personalidad.  Pero a medida que crecemos, si bien la situación continúa injusta, ya no es tan despareja, porque aprendemos a detectarlos/as. Y además, desarrollar mecanismos que nos permitan, ignorarlos, enfrentarlos o soportarlos.
Hay que aclarar, que estos sujetos no son invención del mundo moderno.  Nacieron ya con la Historia.  En los tiempos actuales, por suerte, no sólo son fácilmente reconocibles, sino que además, se encuentran “devaluados”.  Vivimos en tiempos complejos, donde esta contemporaneidad (ya tratada en la nota anterior), nos lleva a plantearnos que queremos, cerca o lejos de nuestras vidas.  Que personas nos producen toxicidad o placer.

Al toparnos con un maltratador psicológico, lo primero que sentimos es rechazo, porque en ellos/ellas, vemos las miserias humanas en las que no nos queremos reflejar. La meta del ser social, es la búsqueda del reconocimiento de la otredad.  Vivimos para que el otro nos reconozca.  Tenemos necesidad de ser amados, comprendidos, escuchados.  Nadie está por encima, ni por debajo nuestro.  El estado de bienestar y armonía que queremos alcanzar y mantener para nuestra salud mental o física, no incluye a  maltratadores o torturadoras mentales.  Así que mi humilde sugerencia, es: si tiene la mala suerte de conocer a alguno, huya.  No le sirve para nada.

ALICIA CAMPOS

jueves, 8 de diciembre de 2011

Qué vida complicada..!!

Y no es para menos. Muchas veces me pregunté, por qué tiene que ser así. La respuesta la obtuve de la Filosofía contemporánea. Una de las ciencias “más humanas” que he conocido. Es la que se ocupa de lo que le pasa al hombre/mujer de hoy. Cuáles son sus deseos, qué es lo que quiere, hacia donde quiere ir, etc.

La sociedad occidental, está transitando una época difícil. Vivimos atravesados por dos ejes de pensamiento: por un lado la Modernidad que heredamos, en donde la categoría de progreso y proyecto, siguen vigentes, y donde según nos dijeron, debemos dejar el pasado atrás y “untarnos” de todo lo nuevo.  Frases como “lo pasado pisado”, etc. todavía están vigentes, así como el deseo irrefrenable del consumo y la acumulación material, como paradigmas de la felicidad.  Un pensamiento moderno, que todavía hoy sigue vigente.  Quizás, no con la fuerza de antes, porque no es menor declamar el desencanto que nos provocó esa Modernidad.  No todos  podemos vivir de la misma manera. Las oportunidades, se dan para algunos y no para otros, injustamente, o mejor dicho, la universalidad que propone falsamente el modelo, no es tal.  Para que algunas personas vivan “bien”, tiene que haber otras que vivan mal.

El otro eje: el Pos-moderno, nos hace pensar que es posible vivir, recurriendo al pasado, tomar de él lo que queramos, elaborar una crítica, reflexionar sobre lo que nos hace sentir mejor. Esto, es lo que la Filosofía actual nos señala como contemporaneidad. Y este es el momento difícil, esta contemporaneidad, este movernos entre los dos ejes. Para mí, es una experiencia maravillosa, y lo noto por ejemplo en la práctica social cotidiana. Ya no nos conformamos con acatar, lo que nos es dado, sino que está en nosotros, decidir que queremos para nuestras vidas.  Si hay un modelo económico hegemónico, que nos sigue indicando (lo observamos, por ejemplo, desde los medios de comunicación tecnológicos), que es lo bueno, bello, o ético, o normal. Está en cada uno de nosotros/nosotras, decidir, si es tan así. Podemos reproducirlo, ignorarlo, continuarlo, o seguir nuestra convicción, de que si queremos transformar esta realidad construida, desde los grupos económicos poderosos, podemos hacerlo. Tomemos conciencia. Reflexionemos sobre nuestras vidas, se puede.

ALICIA CAMPOS

domingo, 27 de noviembre de 2011

Y quiero proponer un brindis……

Dijo, ayer, poniéndose de pié, uno de mis ex compañeros de colegio, levantando su copa, (gesto que todos imitamos), cuando estábamos celebrando, el encuentro anual de nuestra promoción  escolar.

No suelo concurrir asiduamente a este tipo de eventos.  Aparezco cada tanto. La mayoría de mis ex-compas, sí, lo hacen todos los años, como un ritual.  Quizás porque  la mayoría pertenece a esa comunidad del sur del conurbano, y continuó, mandando a sus hijos a la misma escuela, o por una cuestión nostálgica de seguir juntos, o como para evocar una etapa donde fueron felices.
A mí, en lo personal, como no me sucedió nada de eso, no le daba la importancia que realmente este año, me di cuenta que tiene.
La etapa escolar, no es igual para todos. Va ligada, a la historia familiar de cada uno.  Por diversas circunstancias, en mi caso no significó, salvo algunos acontecimientos, una época a la que recuerde con felicidad.  Por el contrario, fue una larga sucesión de “tragos amargos” que tuve que superar.  A esto se le sumó, la situación descontrolada del país, que trajo la inestabilidad laboral en la familia, un período prolongado de dificultades económicas, que provocaron grandes angustias, sobre todo, cuando uno/a concurre a un colegio privado prestigioso y debe hacer frente a los enormes gastos que  conlleva y que se hacen asfixiantes en épocas de “vacas flacas”, como diría mi mamá.
Como  “frutilla del postre”, la compleja adolescencia.  Qué período difícil…de ahí, el término adolecer.  Atravesar esa parte de nuestras vidas, donde se convive  con  inseguridades,  complejos,  amores,  rechazos, etc. y la crueldad de ciertos sádicos compañeros, que para sentirse mejor, hostigan a otros pares…y de vez en cuando, te recuerdan que sos pobre, gordo,  “anteojudo”, etc. En fin,  monstruitos de un cuentito de terror.

Por suerte, todo se supera. A medida que crecemos, nos vamos dando cuenta de que le hemos dado demasiada “prensa” a ese estado de vulnerabilidad. Y vamos teniendo, con los años, recuerdos más cercanos a lo risueño. 
Creo, que por anteponer todo lo expresado más arriba, me venía perdiendo  compartir la verdadera esencia de este tipo de encuentros.  Y este año, lo comprendí. Cuando Daniel propuso un brindis por estar juntos, por el Nuevo Año, y por quién ya no está – Norberto, un querido compañero de la primaria-  descubrí que el objetivo es ese, celebrar habernos conocido,  eso es lo más importante. Lo pasado, pisado….

ALICIA CAMPOS

sábado, 5 de noviembre de 2011

LA CONFITERÍA DEL MOLINO RESISTE…A PESAR DE TODO!

Cuando paso por la esquina porteña de Rivadavia y Callao, (justo enfrente del Congreso Nacional), no puedo evitar detenerme y  observar,- con una mezcla de sentimientos-, de arriba hacia abajo (y viceversa), una antigua y, lo que fue, una lujosa  construcción. Allí  yacen orgullosas, las ruinas de la histórica Confitería “Del Molino”. Busco quizás, tratar de comprender que vericueto burocrático, impide devolverle a este magnífico edificio, su dignidad.

Construida  en 1917, durante la “Belle Epóque”, soportó de todo.  Años de esplendor; un incendio (1930); robos; años de inoperancia administrativa, abandono y  finalmente, una sentencia a muerte, su cierre por quiebra, en 1997.  Curiosamente en ese año, es declarada “Monumento Histórico Nacional”.  Parece un chiste. Así y todo, todavía espera pacientemente que alguien se decida a traerla a la vida.

Del Molino siempre significó mucho para mí.  Ahí aprendió su oficio de pastelero, mi abuelo Angelito,- creador de exquisitas medias lunas o cañoncitos con dulce de leche-anécdota que me contaba, desde mi niñez, repetidísimas veces, y yo no me cansaba de escuchar, admirada.  Somos muchos, los nietos y nietas de inmigrantes, que sentimos orgullo por  esos abuelos, trabajadores, fuertes y valientes, que no dudaron en venir a América, viajando en ocasiones en forma muy precaria, en busca de mejores oportunidades, huyendo del hambre y las guerras despiadadas, solos, dejando en Europa la familia primaria, a veces, sin volver a verlos nunca más.

Tengo la esperanza,  como muchos habitantes de la Ciudad, de que alguien, con tan sólo un poco de sentido común, se ocupe, como se debe, de la Confitería “Del Molino”. Ojalá, podamos apreciar sus vitraux, su orfebrería, sus cinco pisos, sus tres subsuelos, sus herrajes artesanales, y las aspas del molino en movimiento, como antaño, y no sólo por fotos de época.  Exijo, su inmediata reconstrucción.  Es una deuda moral que tengo con mi abuelo para que él, esté donde esté, se sienta feliz.

ALICIA CAMPOS

domingo, 30 de octubre de 2011

MI SAN BERNARDO QUERIDO !


Recomiendo a todos y a todas, los que aman la Costa Argentina, darse una vueltita, fuera de temporada. Sobre todo, a los que son fieles (como yo), a determinado balneario y lo hacemos desde niños, y todos los años, en verano.

Sí, ya sé, tienen que darse algunas condiciones: gastarse unos pesitos, contar con buen tiempo, poder quedarse unos días y tener un lugar donde alojarse. El traslado no es problema,  si no se quiere manejar tanto, hay ómnibus disponibles.  Con un plus, antes de llegar a destino, entran a cada balneario costero, que seguro, hace años no “pisamos”, cosa que no haríamos de ir en auto.  Les puedo asegurar, que vale la pena, uno vuelve renovado/a. Ah!, Y lo más difícil,  poder hacerse esa escapadita, fuera de los fines de semana.  Dicha completa asegurada.

Mi balneario (y el de mi familia), de toda la vida,  es San Bernardo, y es uno de mis lugares en el mundo.   Lo conozco tanto…me siento en casa.  Por suerte puedo disfrutar de la casita que con muchísimo esfuerzo, construyeron mis viejos.  Ahí, eligió morir mi mamá. Por eso, mis hermanos y yo, la consideramos, un lugar sagrado. Y tener el privilegio, en esta oportunidad, de tenerlo todo para mí, es invalorable.  Sobre todo porque  me recuerda al SanBer de mi infancia.  Sin turistas bulliciosos e intolerantes, sin ruidos, (uno realmente escucha el silencio).  Esos árboles frondosos, pájaros de todas las especies, los lugareños tan respetuosos, y el mar….todo para mí.  Las caminatas por la playa, son mágicas.  Alguno por ahí pescando, pero salvo las gaviotas, la costa desierta.  Recomiendo una caminata tranquila cerca de la orilla, que nos acompañe sólo una suave brisa que nos peine y despeine,  el sol, fuerte y vigoroso, y el ruido del mar. Impagable.  La costa, libre de toda la basura que arrojan en temporada los turistas.

Para completar el estado de plenitud vivido, durante mis caminatas playeras solitarias, observé en una oportunidad, algo poco común,  las gaviotas no estaban solas. Un hermoso ejemplar de Chimango, (ave de rapiña), sobrevolaba cerca de ellas, pero sin acercárseles demasiado,  ellas prácticamente, lo ignoraban, seguían unas a otras en bandadas,  en el ritual cotidiano de volar y aterrizar constantemente, sobre el mar con su “chillido” característico, seguramente, buscando su alimento.   El chimango, mientras tanto, se entretenía con algún resto de ser vivo que el mar había arrojado hacia la orilla.  Esto no le impidió, como buen desconfiado, mirarme de reojo, a medida que me acercaba e intentaba  sacarle una foto con el celular. No quería molestarlo. Quería capturar ese momento. Lo logré a medias (ver foto).

Otra cosa que noté,  fue la gran cantidad de cáscaras de almejas, que “decoraban” la orilla.  Volvieron! –me dije emocionada.  Hacía muchos años que no las veía, por la extracción indiscriminada y abusiva de la gente que contribuyó, a su extinción.  Y en ese momento recordé con nostalgia a mi abuela, experta en  almejas en escabeche, que me enseñó de chica a cocinar y colocar en frascos, que juntaba todo el año y que traía desde Buenos Aires. Esa ceremonia, se repetía, año tras año, gracias a la bondad del mar que las “sembraba”, por millones.

Todos esos momentos de la infancia feliz en SanBer, me vinieron a la mente.  Ese San Bernardo de antes, al que adoraba y que pensé, no volver a ver. El San Bernardo, agreste, casi desierto, único. Tan distinto con el paso del tiempo. Pasó por tantas etapas! Primero se había puesto de moda, sobre todos por los boliches bailables, después, años de abandono y suciedad, gracias a las gestiones incompetentes de los Intendentes de turno. Ahora, gracias a esta visita que le hice, pude comprobar, que lo recuperé otra vez. Eso sí, para disfrutarlo a pleno, deberé viajar más seguido y obviamente, fuera de temporada. No importa.  Vale la pena.

ALICIA CAMPOS

sábado, 15 de octubre de 2011

Día de la Madre...


Enseguida aparece alguien para completar la frase… es todos los días.

Sí, claro, porque es el ser con el que tenemos un vínculo visceral, único, desde el comienzo de nuestra existencia.  Nos acompaña, mejor dicho, nos debería acompañar a lo largo de toda  nuestra vida. Con ella a nuestro lado, nada temeremos. Por desgracia, no es así.

Perder a nuestra mamá es, convertirse una en huérfana. Y que la vida nos marque (por lo menos en mi caso), un antes y un después. Es ver un horizonte estéril de sentimientos familiares. Sentimos en lo más profundo de nuestro corazón, que ya no va a ser lo mismo, si falta mamá. Es romper los lazos fuertes e indescriptibles que unen a una madre con su hija/o. Porqué una de las dos se desató. No tener ya el contacto físico y real de sus abrazos y besos. Por qué ya no está con nosotros.  Nos dejó.  Se cansó de vivir. No está acá físicamente.  No podemos llamarla por teléfono, como antes, tres o cuatro veces por día, ni ir a visitarla, ni sentarnos con ella a chismosear y contarnos nuestras cosas.  Tampoco invitarla a tomar un helado, o pasar juntas una tarde en un bingo y matarnos de la risa.  Tampoco la veo cuando voy a  San Bernardo en el Partido de la Costa,  en nuestra casita, donde compartimos tantas vacaciones, tantas Navidades, tantos acontecimientos felices. Tal vez porque ahí murió y yo no estaba para despedirme.
A medida que crecemos y envejecemos, más aumenta el temor de perder a nuestra madre. Y cuando una, ya alcanzó una edad, en la puede dedicarse a ella, se nos va.  Y nos deja este vacío enorme, y este dolor que se renueva en cada Día de la Madre.  El tiempo que pasa parece que nos ayuda a aceptar su partida y en homenaje a ella seguimos festejando con las otras mujeres de la familia este Día, como desde (ya casi) cinco años.  Pero en mi caso, no puedo evitar, ponerme triste.  Mis Días de la Madre ya no serán nunca más los mismos que antes, cuando, aparte de los muchos regalos que la hacía, y que ella agradecía con lágrimas - quizás por su vida tan dura y llena de privaciones – le agregaba alguna cartita o tarjeta, que todavía hoy, encuentro en los cajones de su mesita de luz.

Como mecanismo de consuelo, me digo, que estoy en paz con mi conciencia. Sí,  porque siempre le di lo mejor de mí y además, sé que algún día nos volveremos a encontrar, para no separarnos más.   Mientras tanto, me aferro a la idea de que continúa espiritualmente junto a mí y que cada vez que la necesito, la llamo, se acerca, como lo hace muchas veces en mis sueños.

Mamita, donde estés quería decirte Feliz Día…nunca te olvidaré.

ALICIA CAMPOS

domingo, 9 de octubre de 2011

LA MUERTE DEL SOLDADO


Fue la frase que se me ocurrió agregar a un comentario que hice, sobre la muerte de Steve Jobs, el magnate y empresario estadounidense (de origen árabe), MULTI millonario, que falleció el pasado 5 de octubre y que provocó en mi entorno, que me tildaran de desubicada.
Sobre el hecho, y de la  saturación que hicieron los medios electrónicos de comunicación,  rescato las palabras del cineasta Steven Spielberg: “Murió el mayor inventor después de Thomas Edison…”.  Comentario que me pareció atinado, y que comparto.  Jobs, revolucionó esta era digital, con su aporte.  Aceleró (por si hiciera falta), el campo cibernético de la comunicación social. Nadie, lo duda.

Lo que me desagrada, es el tratamiento que hicieron la mayoría de nuestros  medios masivos, llamados tecnológicos, sobre su desaparición física.  Llegaron al punto algunos, de endiosarlo. Y esto es lo que me parece desubicado, exagerado e irresponsable.  Y lo que más me molesta, es que no se hizo- por lo menos para mí-, inocentemente.  Sobre todo, por esa manía que tienen algunos empresarios de medios de comunicación locales de querer, “machacarnos” sobre las bondades del desarrollo y los avances tecnológicos norteamericanos, como único modelo a seguir. Demostrarnos y demostrarse como invitados a pertenecer a una modernidad que no es la nuestra, es prestada, y siempre  querer copiar los productos de la “Democracias abiertas y Modernas”, como la de Estados Unidos. Esta cosa de reproducir las bondades de un neoliberalismo a través de sus productos o de sus “soldados”, como Jobs, actores de este sistema hegemónico.

No es nuestra realidad. Ni la de Latinoamérica. Destacar la filantropía y la “vida difícil” de un mega-millonario (que con sus inventos agrandó aún mucho más, las “arcas” del tesoro norteamericano,- pero no las nuestras-), me parece desatinado e intencional. Disculpen, pero lo tenía que decir.

ALICIA CAMPOS

sábado, 1 de octubre de 2011

Pequeños gestos, grandes personas..

Así decía en letras grandes, acompañando a una enorme foto de alguien que cedía el asiento, un afiche de la empresa concesionaria, y por lo tanto, responsable de los subterráneos de Buenos Aires,  y por el que pasé  por delante ayer a la tarde, en la estación Retiro de la línea C.

Me gustó. Y sin desconfiar de las buenas intenciones de dicha empresa, en promover las buenas acciones, está bueno resaltar los gestos sencillos de la gente.  Por lo general gente sencilla, que utiliza el subte para desplazarse por La Capital.   Personas que optan por este transporte público, al que hay que reconocer que cuando funciona como DEBE ser, es maravilloso, rápido y bastante económico.

Dentro del ámbito comunicacional, el subterráneo es inagotable. Quizás no aporta nada nuevo decir que cada Línea tiene un público específico (tomando como parámetro de observación los días laborales, que en algunos casos se extienden hasta sábado y domingo) pero vale para una reflexión acerca de que perfil de personas utilizan el subte para trasladarse.

Para muestra, sobra un botón, decía mi tía Anita. Vayamos a algunos ejemplos. En general,  la línea “D” transporta ciudadanos de  barrios más acomodados. Profesionales, estudiantes universitarios, escolares de colegios privados,  ejecutivos, bien vestidos y perfumados que se trasladan desde y hasta el micro-centro porteño, por comodidad.  En 15 o 20 minutos están o en sus hogares o en sus trabajos. No importa si viajan como sardinas.  El subte los libera del auto que tanto los estresa por el colapso de tránsito que hay cada vez más en la Ciudad, vaya uno por donde vaya.  Por lo general se trata de un público específico. Enfrascados en libros, celulares o ipod.  Muy propensos a irritarse si alguien sin querer los toca o les pide permiso para pasar, o le arruga el enorme diario formato sábana que despliegan, sin importarles el prójimo.  Ni hablar, de ceder un asiento.  Si sube algún anciano, embarazada o alguien con capacidad especial, las únicas que he notado se levantan, son (somos) las mujeres. Los representantes del género masculino,  (sin distinción de edad), se hacen los dormidos o miran para otro lado. Lamentable. Hay casos de caballerosidad, pero pocos.

Claro que hay un horario (aproximadamente a partir de las 17hs.) donde ese selecto público, se debe “mezclar” con otro.  Se trata de los obreros que salen de las obras en construcción, agotados después de muchas horas de poner el cuerpo en lo que serán más adelante elegantes torres de departamentos con piscina incluida, y que en su afán de llegar a sus casas -tarea que les debe insumir, entre ida y vuelta, cuatro horas todos los días- toman el subte, aseados como pueden y se deben enfrentar a las miradas despectivas de algunos retrógrados que los discriminan.

En el otro extremo, la Línea C que une las Estaciones de Retiro y Constitución. Traslada a personas, en su gran mayoría muy humildes. Son las que me conmueven.  Son los que apretujan en sus manos, para poder leer en su interminable travesía y si les queda fuerzas, el diario gratuito que a veces le regalan de promoción.  Son aquellas personas que deben viajar muchas horas, desde y hasta su hogar, y el subte forma parte de sus tres o cuatro medios de transporte diarios.  Que vienen o van a la Provincia de Buenos Aires, a veces desde la madrugada hasta el anochecer para cumplir con su trabajo.  Peones, obreros, mozos, personal doméstico, enfermeras, en fin los que se ganan el sustento con sus manos y su oficio.  Qué tienen una dignidad envidiable, que soportan la falta de higiene de esas estaciones subterráneas, los olores nauseabundos, los robos, los empujones, que viajan en condiciones no humanas, que se alimentan mal.  Esos, cuyo cansancio los vence y se duermen parados. En sus rostros envejecidos, se refleja el agotamiento y la resignación a la injusta diferencia social. Esos, son los más solidarios, no necesitan que ningún afiche les recuerde que a pesar de todo, tienen valores.

ALICIA CAMPOS

sábado, 17 de septiembre de 2011

¡ESTOY ENOJADO PORQUE SE PORTARON MUY MAL!


A la pucha! Dije yo, cuando escuché, saliendo de mi casa, la voz de un hombre que muy nervioso (sentía), se acercaba y seguro,  iba a pasar por la entrada del edificio donde vivo.  Mi curiosidad pudo más.  Me apuré. Quería saber a qué niño o niña retaba.  Pobre! Pensaba yo, seguro que son esos chicos malcriados, unos verdaderos “demonios”. 
Grandísima fue mi sorpresa, cuando lo veo.  Los supuestos niñitos no estaban.  El muchacho, joven, le estaba hablando a un montón de perros, a los que llevaba de la correa.  Era un paseador de perros! Y le hablaba a los animales!  Me dieron ganas de reírme de mí a las carcajadas.  No sé, me pareció tierno….no es la primera vez que escucho personas que hablan con sus mascotas, pero nunca en ese tono tan enojado.
El joven en cuestión, iba apurado.  Le faltaban unos metros para llegar a la plaza que tenemos en el barrio.  Las plazas…qué espacios sociales extraordinarios!  Ésta en particular, es hermosa. Bah, quedó embellecida porqué la reciclaron toda, como  algunas de otros barrios.  Son lugares únicos de pura comunicación social.

Y los vecinos,  ahora, por suerte colaboran.  La mantienen pulcra.  No hay envases, ni papeles en el piso.  Las veredas que las rodean, impecables.  A toda hora, hombres y mujeres, hacen gimnasia. Trotan, caminan, corren escuchan música, charlan,  en una perfecta armonía con los que llevan la sillita o  el libro, y el mate, y la calesita… que pasa por parlantes, la música que les avisa a los chiquitos que ya abrió su puerta de rejas y los espera con alegría y ansiedad.

Los árboles, las plantas, las mesas y sillas de cemento, los juegos de recreación, el arenero, algún Pastor Evangelista que predica, sobre todo los fines de semana, y la murga que practica los domingos. Todos, contribuyen a que las plazas públicas sigan resistiendo.

En ellas no existen las diferencias sociales, todo lo contrario.  Es un hermoso ejemplo de que la convivencia comunitaria, es posible. Que vivan las plazas!

ALICIA CAMPOS

sábado, 10 de septiembre de 2011

Comprale un microondas..!!!

Así nomás, le gritó el taxista que me llevaba, a un colega, en plena avenida Independencia. Frase acompañada de carcajadas, y que buscaba la complicidad del otro, para burlarse de otra conductora de un coche particular, que empezó a tocar bocina, porqué se había quedado “encerrada” al cambiar el semáforo, entre varios vehículos.

No me gustó lo que dijo. Lo reté.  Él, inmutable, seguía criticando a la mujer y a todas las que se ponían frente a un volante. - Para que sepa, conozco a muchas mujeres que manejan mejor que algunos hombres- insistí. – Eso es imposible- me contestó.

La “discusión” siguió.  –Lo que pasa es que usted, como es taxista, tiene una visión distorsionada de lo que significa manejar en esta “selva” que es la Ciudad de Buenos Aires- le retruqué.  – Acá, vale el más guapo, y no es así.  --- Las mujeres somos más respetuosas de las leyes de tránsito, por eso, por ser prudentes (iba a decir energúmenos como usted), nos discriminan. - Acto seguido, me callé, y no le hablé más, en todo el viaje.

El calificativo “energúmeno”, me vino a la mente porque fue el que usó una conductora taxista que una vez me llevó, refiriéndose a algunos conductores masculinos.  La verdad, estuvo (cómo diría mi mamá), “fina”.  Porqué y  lo vemos a diario, el descontrol se apoderó del tránsito en la Capital Federal.
Múltiples infracciones y de todo tipo: coches mal estacionados, carga y descarga fuera del horario permitido, cruzar con semáforo rojo, no respetar las velocidades máximas, hablar por celular, insultos, y hasta golpes entre ¿¿personas?? Qué casualidad, según mis observaciones, el 99%  protagonizadas por representantes del género masculino. Y no aprenden…! Ahora las multas corren en serio… si te descuidas, hasta cuando emitís un bostezo.  Ellos, como si nada.  Siguen embriagados por la agresividad al volante.  Un libro entero llevaría tratar el tema “colectiveros” pero no tengo intención de extenderme tanto.

La calle, como espacio público y comunicacional social está  desbordada de malos ejemplos.  No hay contrato social que valga.  Si encima al colapso de tránsito, le sumamos, una infraestructura urbana de los años ’40 del siglo pasado y le inyectamos sobresaturación por la cantidad de autos que se están vendiendo hoy en el mercado (llámese nuevos o usados),  estamos  ante un cóctel explosivo, próximo a detonar.  Las autoridades responsables deben tomar, medidas urgentes.  Lo exigen: la cantidad de accidentes que se repiten todos los días y también la salud mental de la comunidad, que transita por la City Porteña, que ya pasó la categoría patológica de alienada.



ALICIA CAMPOS

domingo, 28 de agosto de 2011

27 de agosto – Día de la radiodifusión

Antes que nada feliz día para todos y todas! Porqué el entramado maravilloso de la radio lo hacemos todos: locutores, operadores, técnicos, productores y por supuesto, los oyentes. Perdón, me olvidaba de los empresarios (Capítulo aparte: la actual realidad de las radios privadas).  Sin este combo,  carecería de sentido la radio.

Hasta no hace muchos años, las distintas teorías sobre los medios de comunicación llamados “masivos”, no tenían en cuenta al receptor, ni les interesaba.  Mejor dicho, lo consideraban manipulable y pasivo. A partir de los´60, distintas Escuelas de comunicación social, fueron demostrando la circularidad de comunicación entre emisor-mensaje-receptor-mensaje-emisor y le dieron una categoría al oyente, que obviamente ya la tenía.  Porqué es el que nos elige, el que decide tomarse la molestia de escucharnos. Y a veces, gasta de su bolsillo, llamando por teléfono para opinar, participar o también quejarse. Por nuestro lado, intentamos prestar un servicio social: compañía, información y entrenamiento. Sí, la experiencia radial está para eso.  Claro, algunos personajes que pululan por los medios se olvidan.  Desde algunos conductores que sólo abren la boca para decir malas palabras, pensando que son modernos, hasta  algunos “amos” de los medios, que sólo les importa su platita y realmente hacen verdaderos desastres en las emisoras  de las que son propietarios. Por dar un vergonzoso ejemplo: maltrato, reducción y despidos de personal. Y más, pero el motivo de esta reflexión es evocar como soñaron la radio, nuestros pioneros.  Cuánta vergüenza les daría no?

Qué lejos quedó el modelo de radio que propusieron los llamados “los 4 locos de la azotea”! Denominados así porqué el 27 de agosto de 1920, se realizó en nuestro país, la primera transmisión de radiodifusión.  Cuatro jóvenes entusiastas: Luis Romero Carranza, César Guerrico y Miguel Mujica (todos estudiantes de medicina), junto con el Dr. Enrique Susini, transmitieron desde la terraza del Teatro Coliseo, para las pocas familias porteñas, que por aquella época, tenían la posibilidad de contar con un aparato receptor en sus casas.

Susini,  es considerado además,  el primer locutor argentino. Anunció a las 21 horas de ese 27 de agosto de 1920 que  inauguraba la primera transmisión radial argentina, poniendo en el “aire”, la ópera Parsifal, de Richard Wagner.

Vaya para estos Maestros, pioneros - visionarios de la  comunicación social teleradial, nuestro más profundo agradecimiento.



ALICIA CAMPOS

domingo, 21 de agosto de 2011

Feliz Dia del Niño !!


El calendario del sistema capitalista que padecemos - desde tiempos inmemorables-, nos recuerda (a conveniencia) que el segundo o tercer domingo de agosto de cada año se festeja en países en vías de desarrollo (como el nuestro), el Día del Niño.

La fecha, como las del Día de la Madre, del Amigo, y otras, acompañan en algunos, frases como que es un día más, o que es todos los días, o también que es puro comercio. Tal cual, lo escuchamos en el inconsciente colectivo. Pero contrariamente, en vez de pasar esa jornada como un día común, repetimos este ritual de festejo que nos marcan, desde los sectores de poder, en todas las ocasiones que se presenten.

Está tan internalizado en nuestra sociedad, que basta y sobra con encender la tele,  la radio, u “hojear” un medio gráfico, para que nos lo recuerden. Desde las obras de caridad que hacen, ( en este caso el Día del Niño), algunas empresas importantes, repartiendo juguetes, o figuras del espectáculo, visitando hospitales de niños, hasta móviles en las jugueterías preguntando precios o entrevistando a los homenajeados, los niños, para preguntarles que desean en este día. Ni hablar, entre nuestras propias familias.  Obedecemos, consultando dentro de las mismas, que les vamos a regalar a nuestros hijos, sobrinos o nietos.  Es inevitable.  No sea cosa que quedemos como fundamentalistas o bichos raros. Refunfuñamos, pero lo hacemos.
Claro que falta un detalle que no se debe pasar por alto, la clase social a la que pertenecemos.  La cuestión del consumo llamado para “bienes de ocio o placer” pertenece al segmento social medio y alto. Si observamos la franja vulnerable de nuestra sociedad, la baja y más todavía, la que está debajo de ésta, la realidad es otra.

Para el segmento social menos tenido en cuenta, los más pobres, no existe o se trata desesperadamente de pasar desapercibido ese día, porqué no hay posibilidad de gasto en esos “lujos”.  El consumo de estas familias, va casi todo para la alimentación diaria. Y dependen entonces de algún alma caritativa, o de algún juguete sumamente económico (como los que se ofrecen en el transporte público o venta callejera), que los alivie de la angustia de no poder homenajear a sus niños, como se pregona desde este Modelo económico, tan desigual, y que por el otro les recuerda, su condición de pobreza.

Es tan injusto! Propongo desde este modesto espacio social intentar revertir el significado del Día del Niño. Cambiar la cuestión del regalo material, por  otras opciones. Simples, pero las más importantes: recordarles con un saludo y muchos besos y abrazos, cuánto los queremos.  Así no habrá diferencias.

ALICIA CAMPOS

domingo, 14 de agosto de 2011

El Cara-Libro me ganó...


Y sí, lo debo reconocer.  Resistí todo lo que pude, pero su invasión descarada, me derrotó. Está bien, lo digo: -¡Tengo Facebook! Y lo peor de todo es que lo uso y bastante!

Soy de la generación del, te llamo por teléfono, o nos encontramos (pero en serio: en vivo  y en directo) pero también soy de la generación que tiene que, de alguna manera -  para no quedar marginada -    integrarse a tanto avance tecnológico y subirse al tren desenfrenado de los productos de este Sistema.

Siempre tengo presente las palabras de una profesora de la Facultad de Periodismo que una vez en clase, declamó (citando a famosos pensadores del pos-modernismo)  que si uno quiere aportar algo de sí para modificar las injusticias y desigualdades del Modelo hegemónico vigente, lo tiene que hacer por dentro del Sistema, por qué si se hace por fuera, uno queda “tildado” sólo de alternativo.  Y eso trato de hacer, poner mi granito de arena pero del lado de “adentro”. Por lo tanto intentaré, desde mi modesto lugar, hacer uso de este tipo de redes electrónicas, para contribuir a la comunidad.

Para ejemplo sobra un botón, decía una tía mía, pero el Facebook, así como otros medios de comunicación virtuales, como Twitter, blogs, mensajes de texto, y otros, se han impuesto de una manera alarmante, a tal punto que las personas (que las hay y muchas), que ni siquiera saben cómo se utilizan, quedan marginadas.  Grande es el esfuerzo de mostrarlos (desde las grandes Corporaciones)  como  un medio de comunicación social que tiende a  igualar, a traspasar fronteras;  pero es discriminatorio,  no sólo por la cuestión económica, sino además por la cuestión generacional.

Lo que no se puede discutir, es la rapidez en la circulación de la  información,  como búsqueda de personas, pedidos de sangre para algún paciente grave, o el extravío de documentos o mascotas.  Eso está muy bien: el servicio que brinda, es inagotable.

Hay algo que también resalto de esta herramienta comunicacional, que me entusiasmó para “pertenecer” y es que además de las cuestiones de esnobismo, narcisismo, egocentrismo e individualismo que se pueden suscitar entre algunos de los contactados, está el hecho de reencontrarse, aunque sea virtualmente, con tanta gente querida, que uno conoce de la vida, y no sabe que es de su existencia, a veces en años.  Ya sé que no es lo mismo, pero por lo menos intentaremos aprovechar para darle otro sentido a este medio. Por lo menos para mí. Es una de cal y otra de arena.

ALICIA CAMPOS

domingo, 7 de agosto de 2011

TRISTEZA NÃO TEM FIM…..EN EL SUBTE

Tres días después de las elecciones por el balotaje porteño, que diera ganador a Mauricio Macri, tuve la imperiosa necesidad de ir al Centro.  Lo digo así, porqué realmente detesto ir al Centro Porteño.  Es un viaje a la selva (con perdón de los animales).  Al optar por un medio de transporte rápido, elegí el menos peor, o sea, el subte.  Bueno, hay que reconocer que cuando funciona como debe ser, es maravilloso. En diez minutos, atraviesa varios barrios. No debo ser la única que piensa de esta manera, solo basta observar cómo se viaja…como dentro de una lata de sardinas.

Subo en la Estación Bulnes de la Línea D, sí ya sé, más conocida como “Alto Palermo” y en la siguiente (Agüero), ingresa justo en “mi” vagón, alguien en quien reparé porqué cantaba en voz alta (imitando el idioma brasilero) Tristeza não tem fim…. El señor en cuestión, aparentaba unos 50 años. Pelo canoso, vestía ropa muy gastada, lo mismo que sus zapatos. Se notaba pobrecito, que estaba en situación de calle.  La gente lo miraba desdeñosa, pero a él no le importaba.  En sus manos, estrujaba un diario de esos que se reparten gratuitamente, al que le iba arrancando las hojas, al mismo tiempo que despotricaba contra Macri.  Se quejaba de los medios de comunicación. Para él (gritaba), eran los culpables del triunfo macrista y los acusaba de ser grandes manipuladores, que la gente, es tonta, etc.  Al rato se callaba y volvía a entonar la misma estrofa paulista.

Vaya uno a saber el porqué de su canción y  porqué se la había “agarrado” con Mauricio Macri, pero lo que me interesa resaltar, es la cantidad de personajes y situaciones que se presentan en este tipo de espacios comunicacionales, como el subte,  y me atrevería a decir, casi cotidianamente. Son escenarios maravillosos de observación e interacción de prácticas comunicativas: las buenas, las extrañas o las malas. El ejemplo que cité, fue un hecho simpático, pero muy a menudo, están los otros: los robos, las agresiones, los empujones, y más situaciones desagradables que reflejan el tipo de sociedad en la que vivimos, cada vez más patológica.

ALICIA CAMPOS

domingo, 24 de julio de 2011

¿Teknópolis vs. La Rural...?

Todos los años para esta fecha, se desarrolla la Exposición Agrícola Ganadera en el predio de la Sociedad Rural, en el elegante barrio de Palermo, de la Capital Federal.  La entrada es libre, pero no gratuita.  El costo, si bien no es muy elevado, es oneroso, sobre todo  para las familias con varios hijos que desean visitarla.  Hay descuentos especiales para estudiantes o jubilados, pero no todos los días.

Personalmente, me encanta concurrir a la “Rural”, de hecho trato de hacerlo todos los años.   Me agrada recorrer  todos los stands y sentir ese olorcito a campo, que proviene, tanto desde los puestos exhibidores de máquinas agrícolas, animales y productos alimenticios.  Otro poco, como recuerdo de mi infancia.
Claro que los tiempos ahora son muy distintos.  En aquella época, salía con las manos llenas de bolsitas, repletas de galletitas, golosinas, palitos salados, jugos, que regalaban las distintas empresas que promocionaban ahí sus productos.  Desde hace unos años, las bolsitas sólo contienen folletos de propaganda.   En fin….

Por otro lado, este año se inauguró, casi al mismo tiempo, otra exposición: Teknópolis.  En un contexto totalmente diferente.  Se trata de una mega muestra tecnológica que ocupa  aproximadamente, cincuenta hectáreas, en Villa Martelli, Provincia de Buenos Aires, dentro del predio del tristemente recordado Batallón 601.  Es en su casi totalidad, al aire libre, y la entrada es libre y gratuita.
Enseguida surgieron la especulaciones.  Que esta última Exposición era una provocación, que se trataba de oportunismo político, que era una forma de opacar a la Muestra Rural, etcétera y más etcéteras.

Dejando muy de lado estas críticas y acusaciones mutuas, que muy poco aportan, y no perdiendo de vista el fenómeno comunicacional social que surge, la verdad es que son dos eventos totalmente diferentes.  Las dos exposiciones son exitosas.  La Rural tiene su público, pero teknópolis también el suyo.  Lo viví personalmente.  No exagero si digo que la concurrencia a esta última es multitudinaria.  La entrada libre y gratuita ayuda y mucho a las familias, sobre todo, las más humildes,- por lo general con muchos hijos-, que no tienen la posibilidad de pagar una entrada, ni de acceder a un espacio de esta envergadura.  Donde además del momento de esparcimiento hay una buena oportunidad educativa, en un lugar de la Provincia de Buenos Aires.

Si bien mostrar el desarrollo tecnológico de un país es motivo de orgullo, también lo es la no exclusión social de que, sin distinción de clases, todas las personas puedan acceder a conocerlo. 


ALICIA CAMPOS

domingo, 10 de julio de 2011

Fui a votar.. Qué petitera..!!

Día de elecciones. Mediodía de domingo.  Un sol hermoso. Iba caminando por la calle Salguero a emitir mi voto, cuando de repente, desde el hall de un edificio escucho esa frase.  Me asomo y confirmo lo que sospechaba.  El piropeador era un señor mayor y el cumplido iba dirigido a una señora, también mayor,  que salía muy arreglada.  Me dio una ternura!  Además de nostalgia.

La calificación “petitero/a” era muy usado por mi abuelo para dirigirse a alguien que estaba bien vestido.  Viene del lunfardo, y se les decía así a los que concurrían al Petit Café de Santa Fe y Callao en  Barrio Norte de  Capital Federal.  También se usaba “pituco”.  Pero  el “petitero” de mi querido abuelito era muy gracioso.  Sobre todo cómo lo decía.

La verdad que concurrir a votar es un acto hermoso y sumamente interesante desde el campo de la comunicación social.  A mí, me encanta.  Dejando para otra oportunidad, la calidad de tal o cual candidato que se postule, el acto en sí mismo, es único.  Una herramienta de temer,  que poseemos los ciudadanos y que tratan de captar o seducir los diferentes partidos políticos que se postulan en cada acto eleccionario.

Pero más allá del hecho cívico, lo interesante es observar, cómo participa la sociedad y cómo uno se contagia de emoción cuando en tu  misma mesa de votación, ves que se prepara para  ingresar al cuarto “oscuro”, un señor de 95 años.  Vestido especialmente para la ocasión, con saco y corbata.  Con paso lento, pero firme, gracias a la confianza de su bastón, Don Atilio (no pude evitar querer conocer su nombre), se introdujo en ese cuarto.  Cuando salió, noté su expresión de satisfacción por el deber cumplido.  Qué ejemplo!   Por qué un adulto tan mayor, no tiene obligación de concurrir a votar.  Él, lo hizo igual y se notaba, con mucho orgullo.

En el otro extremo, toda una fila de personas, incluidas las autoridades de mesa, aplaudieron a un joven de 18 años que votaba por primera vez.

Estos  actos, son sólo dos ejemplos,  seguramente, de muchos otros actos,  que dignificaron el acontecimiento eleccionario, pero sobre todo , resaltan, hablan muy bien de la condición humana.  No todo está perdido.  Muy a pesar de ciertos personajes digamos “oscuros”, hay en nuestra sociedad gente de la que estoy orgullosa y agradecida.

ALICIA CAMPOS

sábado, 2 de julio de 2011

3 de julio: Día del Locutor.

Un 3 de julio pero de 1943, veintiún locutores fundaron las SAL -Sociedad Argentina de Locutores-, entidad gremial que aún nos nuclea. Entre ellos, un joven del barrio de Palermo, el querido Roberto Galán. Protagonista de tantos éxitos. Quiero recordarlo sobre todo en este día y a su conducción memorable en “Yo me quiero casar… y Usted..?” como decía frente a cámaras.

Qué estilo moderno introdujo! Preguntas simples pero directas, y nos enterábamos de las historias de cada uno de los participantes. Sus relatos, sus vidas, algunas tristes y otras tan divertidas!

Roberto iba llevando al entrevistado, o a la entrevistada, a que cuente su vida. Y ahí nos enterábamos si era soltero,  propietario, mujeriego, en fin había para todos los gustos. Muchos años después, (creo que por 1992), tuve la suerte de conocerlo personalmente. Un día me lo cruzo en un pasillo de mi querida radio LR5 Excélsior. Impecablemente vestido y peinado.  Era ya un señor adulto mayor, pero aún conservaba su elegancia. Irradiaba luz propia, con esa sonrisa y esos ojos azules.  Qué pinta..!

Son esos personajes que nos regalaron los medios de comunicación masivos… irrepetibles. Por suerte aún tenemos a un Héctor Larrea, Cacho Fontana, más acá a Fernando Bravo o Juan Alberto Badía. Qué suerte  tuve de poder trabajar con estos dos últimos señores.   Comunicadores que dignifican nuestra, hoy, tan diluida profesión.

Los tiempos son otros, nada queda de esa radio que tanto amé.  Sólo me pasa, que siento el “olor” a radio, cuando voy a Nacional a  visitar a mi amiga la Cuni. Cierro los ojos e imagino que el tiempo no ha pasado, ahí aún hay olor a radio. Si tienen oportunidad mis colegas, los veteranos como yo, que tuvieron la fortuna de disfrutar de esa radio tradicional, donde éramos tan respetados los locutores, y éramos tan felices,  métanse en un estudio de Nacional, cierren los ojos y huelan.

Hoy, la realidad es bien distinta, la profesión del locutor está tan devaluada. Algunas emisoras, canales de televisión  o diarios,  fueron ocupadas por verdaderos intrusos. Empresarios que no saben nada de radio ni de tv. Sólo hacen negocios. Y en esa carrera hambrienta por el dinero que ellos mal administran, destruyeron y alejaron de su esencia  tanto a las radios, como a la tele, y como a algunos medios gráficos.

Como les digo a mis compañeros de la Licenciatura, que ya son locutores recibos: no hay que bajar los brazos, fuerza! A mis colegas, lo mismo y FELIZ DÍA!

ALICIA CAMPOS

Qué noche... Teté....!!!

Le tomé prestada por un ratito la frase al famoso estilista Roberto Giordano, porque de alguna manera representa lo que viví  hace una semana cuando fui a la Exposición del Automóvil  (que  ya finalizó el domingo pasado), a la que concurrí para acompañar a mi esposo.

Debo decir que la exposición fue un éxito. La Rural desbordaba de gente. Cada expositor hacía lucir su marca con vehículos lustrosos, detalladamente iluminados, con tecnología de última y con la ayuda, sin duda, de hermosas señoritas, muy simpáticas, y no de casualidad, todas jóvenes y delgadas, sugestivamente vestidas, que lograron el efecto deseado de marketing, es decir que la gente se “apiñara” a su alrededor.
Teniendo como objetivo el análisis que cada espacio social ofrece como comunicable, la Muestra de Autos fue un escenario sumamente interesante y rico. No desde el punto de vista económico, que está muy a la vista, si no desde la riqueza de reflexiones que aporta desde el campo sociológico.
Varias  cosas para resaltar. La primera, que NO me llamó la atención, es el gran porcentaje de público masculino. Me atrevería a decir que un 80 %  estaba compuesto por hombres y un 20% aproximadamente por mujeres. Hay una fascinación entre los autos, el poder y los hombres, sin distinción de clase social. Esta aclaración vale para diferenciar cómo se comportaban unos y otros.
Los concurrentes que por su vestimenta o modales, aparentaban una buena posición social,  mostraban un trato más frío al momento de interesarse por un auto, hacían preguntas en un tono distante, obviamente sus gustos se dirigían por lo general a los coches denominados de “alta gama”.
Lo realmente curioso, fue observar las reacciones del público “sencillo”. Personas comunes, vestidas modestamente. Generalmente parejas con varios hijos, o grupos de adolescentes.
Algunos, se notaba por su uniforme, recién salían de sus trabajos. Percibía que disfrutaban,  contagiaban su entusiasmo. Portaban bolsitas con folletos que pedían en cada stand por donde pasaban. Bulliciosos, se subían y bajaban de los autos. Los probaban y hasta se sacaban fotos. Posaban sonrientes. Miraban indisimuladamente a las promotoras, las que les sonreían educadamente. Parecían felices. Eso fue lo que más llamó mi atención. Ese ratito de felicidad con el que se conformaban. Conscientes o no de que salvo por una ironía del azar, jamás podrían tener ese auto, nadie les quitaría ese momento de placer. Y menos si una fotografía para el recuerdo los muestra  al volante de un poderoso auto deportivo. Cómo en las películas.
ALICIA CAMPOS

sábado, 25 de junio de 2011

Disculpen... Soy mujer pero igual voy a opinar de futbol

Y es así. Parece ser que porque una es mujer no puede emitir palabra. A mí me avalan: ser hincha (de toda la vida y por tradición familiar) de Independiente, 26 años de experiencia en los medios masivos y casi 20 años participando en programas radiales deportivos. Lo aclaro porqué este lamentable comentario,  sobre si estoy capacitada o no, lo vengo escuchando desde hace años y del lado del sexo masculino, incluido familiares,  pero los más fundamentalistas son mis colegas, los periodistas deportivos.  Tantos años trabajando juntos, los quiero mucho  y sé que me lo dicen medio en broma pero lo he notado, no terminar de aceptar que una mujer emita una opinión sobre futbol. Lo siento, yo lo voy a hacer.

Y quiero aprovechar esta oportunidad  debido al triste momento por el que  está atravesando la Primera División de River Plate.  No se puede creer que un equipo líder como River, llegue a esta situación.  Una Institución de esa categoría (al igual que Boca, Independiente o Racing), que son líderes históricos en preferencia de socios, simpatizantes, incluso entre  los medios de comunicación tecnológicos, (obvio “venden”), con tantas Copas ganadas, con tantos jugadores gloriosos, esté pasando por la humillante incertidumbre de descender y resignar su lugar en Primera A.

¿¡Qué pasó!? ¿Quién es o son los responsables de que River esté viviendo esta pesadilla? ¿Será la Dirigencia de turno? Creo que habría que revisar desde muchos años antes, quiénes fueron los que llevaron a semejante equipo a este final, que espero no sea anunciado. Yo pertenezco a una generación donde todavía,  recuerdo, se jugaba por la camiseta, y donde los dirigentes sacaban plata de su bolsillo, para cuidar a su club, en momentos de escasez. Y lo que veo actualmente, es todo lo contrario. Malas administraciones, deudas millonarias, embargos, jugadores con contratos exagerados en dinero y que parecieran estar más preocupados por las publicidades que puedan conseguir para ser más famosos y ricos, o que tienen  la mirada en  algún pase europeo.  Son escasas las excepciones.

Modestamente, creo que habría que revisar por ahí. ¿Dónde quedó el amor incondicional por la camiseta, en este caso la millonaria? Saben, a mí me parece, que los únicos que realmente la siguen y la seguirán llevando con orgullo y con dignidad (pase lo que pase), y que son los que “bancan” siempre: son los hinchas. Para ellos y por respeto a ellos, se debe “sudar” la camiseta y salir de esta lamentable realidad.


ALICIA CAMPOS