sábado, 15 de junio de 2013

Qué te hicieron Rojo de mi vida…?


Hoy es un día que para la gran familia Roja va a ser recordado como una fecha  muy triste. El peor. De esos días horribles que no se olvidan. Por primera vez en toda su gloriosa historia, el Club Atlético Independiente pierde su categoría. Impensable no?  Las sensaciones  y emociones se mezclan: tristeza, bronca, angustia.  En mi caso particular priman dos que se abrazan entre sí: desolación y orfandad. Eso es lo que siento hoy.
Sufro y veo sufrir a mi entorno familiar, a mis amigos y amigas, a los hinchas, que la tele mostraba esta horrible tarde, llorando en silencio, mientras seguían alentando a nuestro equipo.  Se me hace un nudo en la garganta mientras escribo y  las lágrimas todavía están ahí, listas para salir de nuevo. Observo detenidamente esas imágenes de esos hinchas  llorando y siento orgullo.  Estoy orgullosa de ellos y de ellas. Con una dignidad que emociona, estuvieron ahí, acompañando respetuosamente, sin violencia, alentado hasta el último minuto. Hicieron lo que otros y otras no pudimos, no nos animamos. Estar ahí, presentes.  Había que ser muy valiente para presenciar esa realidad que no creíamos posible jamás. Por eso estoy desolada.
Yo, que tuve la suerte que mi papá me contagiara desde que nací, el amor por nuestra camiseta y que por eso lo acompañé junto a mis hermanos a festejar tantos  momentos de gloria.  Las copas ganadas eran motivo suficiente como para sacar el coche, ir hasta la sede de Avellaneda a tocar bocina, no importando la hora.  Como esa vez que no olvido, ya estábamos en pijama y salimos así, locos de contentos, cantando a viva voz: -“ Somos de Independiente, de pierna fuerte y templada, guapos para una jornada……” -. En casa la recitábamos de memoria…cuántos recuerdos!

Nacer en Avellaneda y vivir hasta los veinte y pico en Wilde le agregan más drama al drama. Porque
los colores del club, son los colores mayoritarios que distinguen esas localidades del sur del Gran Buenos Aires.  Avellaneda, Domínico, Sarandí,  son de alma roja.  La camiseta de Independiente es el escudo oficial de esos barrios. Son sagrados. No se ensucian. Se respetan. Se llevan con orgullo.

De ahí mi desolación. Alguno/a me dirá que sólo se trata de futbol. Es más que eso. En mi caso, representa mi infancia, mi primera escuela,  mi barrio, mi viejo, parte de mi historia. Una desolación  que no tiene que ver sólo con que un grande como Independiente cambie transitoriamente de categoría.  Tiene que ver con preguntarnos por qué llegamos hasta donde llegamos.  Cómo permitimos qué mentes oscuras y corruptas que administraron el club lo hayan llevado  a este estado de humillación, de vaciamiento, de soledad?  Ciertos dirigentes,  jugadores y demás personajes siniestros  le faltaron el respeto a esa Institución centenaria, lo llevaron a la ruina. La historia los juzgará. Nosotros los/las simpatizantes e hinchas no los perdonamos. Nos traicionaron. Por ahora nos quedamos huérfanos de emoción.
 Tantas veces acostumbrados a ganar. Hoy nos quedamos sin nada para festejar. Esto no va a ser motivo de abandono. Los que verdaderamente amamos al club, no abandonamos en las malas. Al contrario, lo vamos a acompañar a donde vaya. Ahí estaremos siempre.  Lo vamos a ayudar a recuperarse para que vuelva a ocupar el lugar que le hicieron perder.
 Hoy estamos de duelo.
ALICIA CAMPOS

sábado, 27 de abril de 2013

Busco a mi hija/o… busco a mi mamá….


Con el riesgo asumido de que me tilden de “pesada” y el plus de tener que escuchar a mi hijo casi a diario con su “-¿ Para qué lo mirás ?-( porque me ve llorar conmovida), sigo insistiendo en la riqueza comunicacional y afectiva que encuentro en el programa televisivo de la señal América, “Los Unos y los Otros”.

“- No ves que está todo preparado, gorda?”- me dice el muy cruel (mi hijo) jiji como si yo no supiera! Después de tantos años en los medios de comunicación audiovisual sé lo que es un show televisivo. No es este el caso. Y, como siempre me pasa….voy por más. No me detengo en los tips y  reglas de juego que componen un programa de tv que (lo sé de memoria), debe ser entretenido, vendible, atractivo, bla, bla

Mi mirada va hacia el impacto de interpelación que este programa (para mí), provoca en el otro. El o la televidente que se ve reflejado en esa historia y quizás se anime también a reconstruir su vida. Los protagonistas son personas comunes, a los que realmente se les debería premiar con un “Oscar”, si estuvieran actuando. Personas que cuentan su terrible historia delante de las cámaras como una forma liberadora a tanto sufrimiento.

Los casos que más me conmueven son aquellos en los que los hijos son separados de los padres, en su mayoría de la madre, y viceversa, porque alguien así lo decidió y nadie de ese entorno hizo nada para impedirlo, teniendo que pasar 30 o 40 años para que esas personas,  que fueron cruelmente separadas, se vuelvan a reunir o no, porque a veces ya es tarde.  No es injusto?

Quiero aclarar que mi intención no es tratar en esta oportunidad el padecimiento de los bebés que fueron secuestrados o adoptados durante la nefasta Dictadura Militar,( coincide epocalmente ) por una cuestión de respeto ya que merece un tratamiento mucho más profundo.  Tampoco me voy a referir o comparar con la época actual donde todavía hay casos o situaciones similares..También merece un análisis más profundo. Lo que intento observar es una cuestión cultural y por lo tanto de mandato.

Hay un “patrón” que se repite y es lo que me lleva a otra reflexión. Las que buscan” el paradero de” son en su mayoría mujeres, entre 40 y 80 años, enlazados por un destino cuasi igual de desgraciado, donde la ignorancia y la pobreza hacen un frente que imposibilita otro destino y que por el cálculo corresponden a una época a la que, tal vez ahora, la miramos con horror, pero que existió y donde  se naturalizaban el castigo corporal,  la figura del padre como “dueño” de la familia y por lo tanto de las voluntades de cada uno de sus miembros, el miedo  “al qué dirán”, las apariencias, las cosas que no se hablan, la explotación infantil, la educación escolar inaccesible,  la violencia de género,  la poca demostración de cariño de padres a hijos y… la vergüenza.

Justamente es sobre esta última categoría donde quiero detenerme.” La vergüenza al honor de la familia”. Un triste ejemplo: el embarazo no deseado. La “desgracia” caía en la familia cuando la hija adolescente/soltera quedaba embarazada. El terror al “qué dirán”, y ante el hecho consumado cómo se lo enfrentaba?  Muy simple aunque no menos terrible.  O se echaba a la hija deshonrada, o se la ocultaba encerrándola en la casa hasta el momento de parir, o  la fajaban para que no se le notara la panza, o se la mandaba a casa de algún familiar que viviera en el campo.  Los miedos, los sentimientos de la embarazada, su opción a elegir? Nadie los tomaba en cuenta. Había “pecado” y tenían nueve meses para torturarla con la culpa y la vergüenza. Tenía que ser castigada.

Toda esta violencia hacia la adolescente “que había avergonzado a la familia”, continuaba, porque al momento de dar a luz, el bebé le era arrancado de sus brazos, ni soñar en conservarlo. Había que hacerlo desaparecer. Entonces se lo daban a una tía, a una familia sustituta, a un instituto de menores, o también se lo abandonaba a su suerte, dejándolo en la calle y aquí no ha pasado nada.

Ustedes se imaginan por un instante el daño físico y mental por los que pasó esa mamá tan joven? Una mujer que tuvo que crecer, andar a los tumbos por la vida, encontrarse por fin un buen compañero, hacerse adulta, tener más hijos,  saber que tuvo un hijo al que la obligaron a abandonar, con la “mochila” de la culpa, la tristeza, la soledad y no  poder contárselo a nadie por años.

Y entonces, hay oportunidades como éstas…ir a un programa de televisión y contar la historia de vida, como para aliviar el sufrimiento, para iniciar una búsqueda, para reparar un daño, para cerrar una historia, para que le sirva a otro, en fin, las interpelaciones pueden ser muchísimas… hace falta ir a la tele,  contar y que todo el mundo se entere? 

A veces la tele (también los otros medios) son los únicos recursos que le quedan a las personas para hacerse visibles, para que alguien las escuche, etc….con todos los defectos que tienen los medios como formadores de opinión.  En los tiempos que vivimos es tal el poder de los medios sobre la sociedad, que de vez en cuando este tipo de programación que vengo elogiando, es muy necesaria.

ALICIA CAMPOS

martes, 12 de febrero de 2013

Antes de que te “desconectes del todo” papá…


Antes de que te “desconectes” del todo quiero dedicarte esta carta abierta, como una forma de homenaje en vida. Lo hago con la necesidad de que sepas que siempre te voy a agradecer por todo lo que me diste, cómo pudiste y como te salió.


Ni a mis hermanos, ni a mí, nunca nos hiciste faltar nada. Quedate tranquilo. Pero voy a hablar por mí. Como primogénita quizás recibí un poco más, porque fui la primera.  Siempre me sentí querida por vos, a pesar de que no fuiste nunca muy demostrativo, porque no te lo enseñaron - tampoco lo fueron con vos de pequeño-, yo siempre me sentí querida. Aún hoy y a pesar de las circunstancias, me da la impresión  de que me prestás atención a lo que te digo.  Te agradezco tanto, tantas cosas.

Cuando era muy chiquita me compraste un cuaderno de caligrafía para practicarla.  Gracias a eso desarrollé la costumbre de escribir larguísimos borradores, o tomar apuntes, o el amor por las lapiceras o lápices. Yo ya tenía tu ejemplo, tu letra era prolija, hermosa. También te agradezco el inculcarme el amor por los mayores. Nuestros abuelos se quedaron en casa, hasta el último minuto de sus días, rodeados del cuidado de la familia, tal vez por eso nos angustia pensar hasta cuándo podremos cuidarte, porque va a llegar un momento en que vamos a tener que pedir ayuda especializada ante el cruel y triste avance de tu enfermedad.  Como estás ahora no me gusta verte.  No te lo merecés.
 Te tengo que agradecer, como si fuera poco, por los valores que me inculcaste. Ser honrado y solidario lo aprendí de vos. El culto a la familia y a los amigos (cuando estabas sano). También te debo esa pasión por Independiente, nuestro club amado y del que sos socio vitalicio; el amor por nuestro lugar de veraneo, al que fuiste por primera vez de Luna de Miel, y donde, según me contó mami, fui concebida y al que vuelvo una y otra vez, buscando aquella chiquita que fue tan feliz en ese lugar y lo es hoy. Tal vez por eso trato de mantener (junto a Leo y Pablo), arreglada la casita de San Ber que tanto sacrificio te costó construir.

Cantar en familia; hacer kilométricas caminatas; o bromas; o reír sin sentido; tener “hormigas en el cu…” como yo,  el placer por el vino y la buena mesa; escuchar tangos; amar a Evita; la dedicación al trabajo,  o ponerse triste hasta llorar por la muerte de un animalito, o quedarse paralizados ante situaciones de agresividad o injusticia social, lo aprendí de vos.
Me duele en el alma verte así. Cada día que pasa el deterioro es notorio y se acentúa.  Trato de darte conversación pero enseguida me pedís que no te haga esforzar la memoria. Siento mucha pena cuando te agarran esos miedos descontrolados a la soledad o a la muerte, o pronuncias frases inentendibles, o vagás por la casa de Wilde buscando no sé qué.  Me angustio cuando te olvidás los nombres de tus nietos o hijos. O cuando ya borraste lugares o momentos.  No es justo.
Si bien hace algunos años venías dando señales de un comportamiento extraño, en sólo pocos días el proceso de deterioro mental y físico, se aceleró precipitadamente y ya casi vivís en tu nuevo mundo.  Un mundo al que los que te queremos, no podemos tener acceso para ayudarte.
Por eso papi de mi corazón, antes de que me olvides, escribo estas líneas de inmenso agradecimiento. Le pido a Dios que se apiade de vos y no te haga sufrir más. Ojalá te la pueda llegar a leer. Te quiero mucho,

Alicia…tu Alicita…como siempre me llamabas…

jueves, 7 de febrero de 2013

LOS UNOS Y LOS OTROS…

Cuando una está de vacaciones, es decir cuando nuestro tiempo se estira y estamos más relajados, buscamos hacer actividades que nos den placer. Disfrutamos de las pequeñas cosas. Por ejemplo: contemplar la naturaleza, no usar el reloj, caminar, ir a la playa, a las sierras, al cine, sentarse a comer, etc.  Es, durante estos  momentos, en los que prestamos atención a ciertos escenarios que durante el año laboral no podemos tener en cuenta (o sería imposible), por la vida tóxica y estresante que llevamos, donde todo es para ayer.
En el caso de los que estamos involucrados en el apasionante mundo de la comunicación social,  el lapso vacacional, es ideal para observar todo lo concerniente a ese campo, que es amplísimo. En él,  incluimos: las conversaciones, los gestos y actitudes de las personas en ocasionalidad, y también a aquellos medios que sin duda reflejan lo que nos pasa como sociedad. En esta oportunidad me voy a referir específicamente a la televisión.
Contar con muchos años en  medios, le agrega un plus y una mirada diferente. De ahí la  crítica, porque una siente que estos espacios comunicacionales han ido alejándose, desde su creación a nuestros días, cada vez más de su público y de su esencia, lo fue reemplazando por un contenido vacío y deformado de una realidad que solo contempla el consumo, el confort, lo hueco, la falta de respeto, las miserias humanas, la cosificación de los seres humanos, etc.
Lejos de generalizar,  debo reconocer y destacar que también en la actualidad, aunque sea como pequeños oasis, la tele cuenta con cierta programación digna de felicitación, gracias a alguna mente creativa que entendió donde se debe estar. Recalco la felicitación porque hay programas sencillamente admirables y cumplen con los tres requisitos que para mí debe tener un producto televisivo:  información, entretenimiento y educación. A mi entender, esto lo logra concretamente el Canal Encuentro.

Por ese camino, siento que van rumbeando algunos otros que se van dando cuenta que la tele debe reflejar lo que le pasa a la gente común. Tal es el caso de la señal América, que si bien tiene alguna programación al que se podría tildar de bizarra, balanceó con un muy buen producto. Se trata del programa “Los unos y los otros”, conducido excelentemente por Andrea Politti.
Confieso que empecé a mirar esa emisión con cierta desconfianza, esperando que en algún momento “deschave” el amarillismo tan de moda, así como también el regodeo de mostrar las miserias humanas.  Me llevé una sorpresa.  No sólo por el cuidado y respeto hacia los que  acuden allí, y se sientan angustiados frente a una cámara al desnudar su vida privada.
 Hay que destacar también la elección muy acertada de la conductora Politti que va acompañando con mucho respeto y sin golpes bajos a aquellos y aquellas que son invitados al piso luego de  escribir o llamar para pedir ayuda, son  a los que les suceden cosas reales, dramas reales, son los que se pasan la vida  buscando familiares de los que fueron separados. Hay casos increíbles, historias cargadas de desencuentros, soledad y falta de comunicación.

Esto es lo que deseo reclamar,  que la tele  regrese a los hogares, que muestre sin regodeos, lo que le pasa a la gente, que cumpla la función social de acompañar a la audiencia. Que sirva para que otras personas que están mirando ese programa se animen y  acudan si lo necesitan.  Que la televisión aparte de espectacularidad tenga momentos de sensatez.

Hay tanta falta de Institucionalidad.  El Estado está tan ausente y la sociedad hace tiempo, ya lo reemplazó por los medios de comunicación audiovisual como un interlocutor válido y creíble. Así están las cosas. Si la televisión no lo muestra, no existe. Tal es el poder que tienen.  Por eso, es  momento para aprovechar y rever contenidos.
 De ahí que celebro y felicito por este tipo de iniciativa. Contar con una programación acorde a los tiempos que vivimos, cerca de la gente, nada más ni nada menos. Una programación que trate sobre la conflictividad de las relaciones humanas.  Pero que además de mostrar, sea un lugar donde la gente común se vea reflejada y pueda encontrar soluciones a una vida cada vez más usurpada por la  soledad, miedos, angustia y desencuentros, egoísmo, indiferencia, en fin, los males de estos tiempos.
ALICIA CAMPOS

martes, 2 de octubre de 2012

Quién dijo que todo está perdido...??


Siempre sentí (y siento), una gran ternura por la gente mayor, quizás porque me recuerdan a mis abuelos, tal vez porque estoy transitando la madurez,  o de pronto, porque tuve la inmensa fortuna de criarme en un barrio, en una época no tan lejana, donde  abuelos y abuelas eran  los protagonistas principales  de la familia. Eran los grandes “concentradores”. En mi caso, como siempre digo, los disfruté hasta los 89 años (mi abuela paterna) y casi 93 ( mi abuelo también paterno.). Ellos/as se sentían queridos, cuidados y respetados, como la mayoría en esos tiempos.

La vida familiar giraba a su alrededor, cada acontecimiento social reunía a tías/tíos, sus numerosos hermanos, primos, o compadres, como ellos mismos se denominaban. Esos que habían compartido el coraje y la aventura de dejar su tierra natal europea, escapando del hambre, para comenzar acá una nueva vida, que no les fue regalada, fue de mucho trabajo y sacrificio, pero sabiendo que al momento del “reposo del guerrero”, les esperaba una vida tranquila junto a los suyos.

A medida que crecía, los veía envejecer y la tristeza asomaba, de sólo pensar  que algún día, no iban a estar más junto a nosotros. -Qué gran vacío  iban a dejar en nuestras vidas!  Eran tan importantes…siempre ahí, para pasear juntos, jugar a las cartas, charlar, acompañarnos.

Un día, sin siquiera darnos cuenta, nuestras tradiciones familiares, como las que comenté más arriba, las llamadas “costumbres argentinas”, comenzaron a tambalear, un “nuevo mundo” asomaba.  Las prácticas sociales que vinieron de la mano de la globalización y el neoliberalismo, no tenían espacio para nuestros viejos. Había que adaptarse como sea a los nuevos tiempos.  Competencia, individualismo, aislamiento. Teníamos que pertenecer a cualquier precio a este nuevo paraíso que nos ofrecían descaradamente  y que resultó uno de los sistemas más crueles.

 Quedó antiguo reunirse los domingos a compartir los ravioles en la casa natal. Desaparecieron las sobremesas familiares. Se usaban esos fines de semana para pasear por los shoppings o hacer las compras en el súper. La locura se instaló en nuestras vidas. No había tiempo para darse una vuelta por el barrio de la infancia, mucho menos para  que la familia se reuniera.  La consigna era consumir y consumir. Comprar…adquirir objetos,  nos daba (y da) la falsa idea de felicidad total, teníamos tarjeta de crédito, y por tanto podíamos  abonar en muchas cuotas y tener todo lo que quisiéramos. Todos somos iguales y todos tenemos las mismas oportunidades! (Mentira más grande que una casa)

Para que íbamos a perder el tiempo!  Haciendo una visita a los mayores de la familia, viajar al conurbano, tan inseguro! si podíamos aprovechar los fines de semana para comprar o consumir o contentarnos con ver vidrieras repletas de todo lo importado que ingresaba al país y deseábamos tanto adquirir.  Una ola desenfrenada  de tecnología arremetió  para nunca más irse, en nuestra sociedad.   La carta fue reemplazada por el mail, el teléfono de línea, por mensaje de texto o chat,  y así, se fueron reemplazando casi todas las interacciones de la vida social, las que al día de hoy, tenemos naturalizadas.

A tono con las categorías que sigue pregonando el paradigma para  el ser moderno actual, (Belleza,  éxito, competencia, individualismo, juventud, mucho confort, consumo, etc.), los abuelos argentinos fueron dejados de lado. Pasaron a ser parte de lo que estorba, de lo descartable. Ya no había (ni hay), tiempo para cuidarlos y ayudarlos a transitar su vejez. Su palabra quedó out.  A nadie le importaba su opinión.  Se achicaron los hogares y crecieron los geriátricos.

La exigencia mental y física de la vida laboral, monopolizada por las grandes empresas privadas que desembarcaron en nuestro país globalizado, le impedía (e impide) al trabajador pensar en otra cosa que no sea trabajar y trabajar, o torturarse con la idea de perder el laburo, no sea cosa que nos quiten la capacidad de consumir y pertenecer!  Pertenecer a qué?

Pero quién dijo que todo está perdido…?
Por razones laborables actuales, interactúo muy seguido con adultos mayores.  Es un placer y un orgullo.  Y siento un gran alivio, porqué están de pié, y con una dignidad admirable.  Nada tiene que ver con ellos la categorización de “clase pasiva”.  No sólo resisten desde lo político, reclamando por sus derechos a una jubilación digna, cada miércoles frente al Congreso,  sino también desde lo social, conformando  asociaciones: los “Centros de Jubilados”, verdaderos espacios de recreación entre “pares”.  A través de estos lugares, viajan, bailan, estudian, ríen, tejen y tantas cosas más.

En esta oportunidad y con  motivo de festejar su día, harán representaciones artísticas, una manera más de demostrar que están más activos que nunca.  No es maravilloso?

 
 

ALICIA CAMPOS

domingo, 22 de julio de 2012

La razón de su vida


Semana de sentimientos encontrados para los/las “Evitistas” como yo.  Muchos/as de los que la admiramos  incondicionalmente, nos preguntamos, qué pasaría si Eva estuviera acá hoy…tantas cosas no?  Faltan pocos días para que se cumplan 60 años de su ”desaparición física”. Resalto lo de “desaparición física”, porque en la mente y en el corazón de los humildes, Evita está viva, y va a ser siempre así.  Ella es inmortal.

Por más que algún ignorante le haya deseado la muerte con ese inmundo “viva el cáncer”, que hayan querido hacer desaparecer, abusar, o mutilar su cuerpo momificado, o por más que hayan querido hacer desaparecer su existencia, incendiando o destruyendo su pertenecías, Evita vive….

Ella vive y vivirá eternamente, porqué nadie le habló a su pueblo tan directa y sinceramente. Nadie trabajó tanto, para devolverle al pobre su dignidad.  De hacerle entender a sus “descamisados”, que con ellos o ellas se estaba cometiendo una injusticia social por la que debían luchar.

Tengo la inmensa fortuna de contar con un ejemplar de la Razón de mi Vida”, de 1951.  Un libro con tapas de cuero rojo, que tiene la imagen de Eva en dorado.  Un verdadero tesoro, al que cada tanto consulto.  Un libro al que “los de siempre” tildan de propagandista, porque ni siquiera se tomaron el trabajo de leerlo.  Mejor, sería una ofensa para Eva.  Porqué ese libro no está dedicado a ellos.  Esa obra narra en un lenguaje sencillo, cómo empezó su amor por el que menos tiene.

En el capítulo XVII (pág.90/91) Eva sella una alianza de amor con su pueblo.  Nadie mejor que ella para describirlo cuando expresa: “ Los dirigentes políticos, los embajadores, los profesionales o intelectuales me llaman “Señora”, ellos no ven en mí más que a Eva Perón.  Los descamisados me conocen sólo por “Evita”. Si me preguntan que prefiero, no lo dudaría: Mi nombre de pueblo. Cuando un pibe   me nombra “Evita”, me siento madre de todos los pibes, de todos los débiles y humildes de mi tierra.  Cuando un obrero me llama “Evita”, me siento compañera de todos los trabajadores de mi país. Cuando una mujer de mi Patria me dice “Evita”, me imagino ser hermana de ella”.

Su devoción por ayudar a los más necesitados, le consumió la salud. No sólo por las horas agotadoras que les dedicaba, sino por la bronca y el desprecio, que sentía por los responsables de tanta injusticia social.  A ellos no dudaba en dedicarle discursos durísimos.  Nadie más valiente que ella para decirles en la cara lo que realmente eran, la parte parásita y egoísta de una sociedad que por muchos años pretendió un gobierno sólo con derechos para oligarcas.
Junto con mi libro, conservo también, estampitas de ella.  Las mismas que los golpistas de esa época habían ordenado destruir, prohibiéndolas conservar en cada hogar argentino. Una prueba más de cuán peligrosa era la Eva para estos indeseables.  Pobres inmorales, le tenían terror! Nadie como ella,  se atrevió a enfrentarlos.

Para Evita, la razón de su vida, fue su pueblo.  Su dedicación fue sincera, y el pueblo se dio cuenta. Ese amor mutuo, se transmitió de generación en generación.  En pocos días se la recordará a 60 años de su partida… En cada homenaje, el pueblo cumple  con su deseo: “Tengo una sola y gran ambición personal, quisiera que el nombre de Evita figurase alguna vez en la historia de mi Patria…que hubo una mujer que se dedicó  llevarle al Presidente las esperanzas de su pueblo para que las convierta en realidad…de aquella mujer, sólo sabemos que el pueblo la llamaba cariñosamente…Evita”.

 Hace falta agregar que no hubo, no hay, ni habrá nadie JAMÁS, igual a ella?

 ALICIA CAMPOS


sábado, 30 de junio de 2012

Chau.... Beto Querido...!!

Cuesta escribir cuando uno/una no está motivado. Hay tantos temas interesantes sobre la comunicación social, pero no hay caso, cuando la motivación es escasa, no sale.

La muerte de Beto Badía, me devolvió las ganas de escribir. Tal vez, porque necesito expresar todo lo que siento y cuánto significó para mí. Su partida, no digo que me sorprendió, porqué a decir verdad, la esperaba.  No lo veía bien. Esa maldita enfermedad, que no quiero ni nombrar,(no por miedo, sino por un sentimiento superior al odio). Esa maldita enfermedad se llevó a muchos seres queridos. 
Todos buenos, necesarios, fundamentales en nuestras vidas y en este mundo que deja mucho, mucho que desear y está cada vez más desprovisto de personas de esa calidad…

Intentaba convencerme de la recuperación de Juan Alberto, quizás, contagiándome del optimismo de otros/otras que lo quieren como yo, pero en mi interior sospechaba que algo no estaba bien. Lo confirmé hace dos meses cuando de casualidad, me lo encontré después de muchos años.

Fue en un restaurante que está cerca de mi casa. Recuerdo que me miró y me dijo, -Mi locutora favorita! Yo, me quedé muda porqué pensé que no me iba a reconocer. Lo quería abrazar, de hecho, lo hice pero lo vi tan frágil y tan triste. Me costó encontrar en él al Juan Alberto con el que tuve el honor de trabajar casi dos años.  Tenía ganas de decirle tantas cosas, pero me superó su estado, como decirlo, de vulnerabilidad.  Qué injusto! Porqué él!
Ayer, cuando me enteré de su internación y de su estado crítico, fui para mi casa.  Empecé a buscar fotos de la época hermosa en que compartimos la radio. Fueron tantos los momentos felices que viví junto a él! Era tan  especial. Siempre generoso, buen compañero. Nunca lo vi tratar mal a nadie. Beto ejercía la docencia del comunicador social, él daba clase, sin darse cuenta, de cómo debía ser un buen profesional. Todos/todas lo observábamos embobados.

Cuando ya tenía mis fotos ubicadas y las miraba detenidamente, recordé esos viernes mágicos, donde él sacaba la radio  a la calle. Hacíamos radio en  los bares, con figuras del espectáculo o de la política como invitados. Éramos un grupo muy unido y divertido. Sinceramente, nos divertíamos. Estaba repasando en mi memoria, todos los artistas que conocí gracias a Badía, cuando la radio me dio cruelmente, la noticia de su muerte.

Desde ayer, siento una enorme tristeza. Por un lado, la pérdida de un ser humano excepcional. Con él,  se fue un modelo de comunicador de los que quedan muy poquitos. Y lo que también me duele, es la sensación de orfandad que nos deja.  Juan Alberto fue  formador y referente de toda una generación de locutores. Fue nuestro modelo a seguir.

Chau, Beto querido, gracias por todo…nunca te olvidaremos!
ALICIA CAMPOS