domingo, 24 de julio de 2011

¿Teknópolis vs. La Rural...?

Todos los años para esta fecha, se desarrolla la Exposición Agrícola Ganadera en el predio de la Sociedad Rural, en el elegante barrio de Palermo, de la Capital Federal.  La entrada es libre, pero no gratuita.  El costo, si bien no es muy elevado, es oneroso, sobre todo  para las familias con varios hijos que desean visitarla.  Hay descuentos especiales para estudiantes o jubilados, pero no todos los días.

Personalmente, me encanta concurrir a la “Rural”, de hecho trato de hacerlo todos los años.   Me agrada recorrer  todos los stands y sentir ese olorcito a campo, que proviene, tanto desde los puestos exhibidores de máquinas agrícolas, animales y productos alimenticios.  Otro poco, como recuerdo de mi infancia.
Claro que los tiempos ahora son muy distintos.  En aquella época, salía con las manos llenas de bolsitas, repletas de galletitas, golosinas, palitos salados, jugos, que regalaban las distintas empresas que promocionaban ahí sus productos.  Desde hace unos años, las bolsitas sólo contienen folletos de propaganda.   En fin….

Por otro lado, este año se inauguró, casi al mismo tiempo, otra exposición: Teknópolis.  En un contexto totalmente diferente.  Se trata de una mega muestra tecnológica que ocupa  aproximadamente, cincuenta hectáreas, en Villa Martelli, Provincia de Buenos Aires, dentro del predio del tristemente recordado Batallón 601.  Es en su casi totalidad, al aire libre, y la entrada es libre y gratuita.
Enseguida surgieron la especulaciones.  Que esta última Exposición era una provocación, que se trataba de oportunismo político, que era una forma de opacar a la Muestra Rural, etcétera y más etcéteras.

Dejando muy de lado estas críticas y acusaciones mutuas, que muy poco aportan, y no perdiendo de vista el fenómeno comunicacional social que surge, la verdad es que son dos eventos totalmente diferentes.  Las dos exposiciones son exitosas.  La Rural tiene su público, pero teknópolis también el suyo.  Lo viví personalmente.  No exagero si digo que la concurrencia a esta última es multitudinaria.  La entrada libre y gratuita ayuda y mucho a las familias, sobre todo, las más humildes,- por lo general con muchos hijos-, que no tienen la posibilidad de pagar una entrada, ni de acceder a un espacio de esta envergadura.  Donde además del momento de esparcimiento hay una buena oportunidad educativa, en un lugar de la Provincia de Buenos Aires.

Si bien mostrar el desarrollo tecnológico de un país es motivo de orgullo, también lo es la no exclusión social de que, sin distinción de clases, todas las personas puedan acceder a conocerlo. 


ALICIA CAMPOS

domingo, 10 de julio de 2011

Fui a votar.. Qué petitera..!!

Día de elecciones. Mediodía de domingo.  Un sol hermoso. Iba caminando por la calle Salguero a emitir mi voto, cuando de repente, desde el hall de un edificio escucho esa frase.  Me asomo y confirmo lo que sospechaba.  El piropeador era un señor mayor y el cumplido iba dirigido a una señora, también mayor,  que salía muy arreglada.  Me dio una ternura!  Además de nostalgia.

La calificación “petitero/a” era muy usado por mi abuelo para dirigirse a alguien que estaba bien vestido.  Viene del lunfardo, y se les decía así a los que concurrían al Petit Café de Santa Fe y Callao en  Barrio Norte de  Capital Federal.  También se usaba “pituco”.  Pero  el “petitero” de mi querido abuelito era muy gracioso.  Sobre todo cómo lo decía.

La verdad que concurrir a votar es un acto hermoso y sumamente interesante desde el campo de la comunicación social.  A mí, me encanta.  Dejando para otra oportunidad, la calidad de tal o cual candidato que se postule, el acto en sí mismo, es único.  Una herramienta de temer,  que poseemos los ciudadanos y que tratan de captar o seducir los diferentes partidos políticos que se postulan en cada acto eleccionario.

Pero más allá del hecho cívico, lo interesante es observar, cómo participa la sociedad y cómo uno se contagia de emoción cuando en tu  misma mesa de votación, ves que se prepara para  ingresar al cuarto “oscuro”, un señor de 95 años.  Vestido especialmente para la ocasión, con saco y corbata.  Con paso lento, pero firme, gracias a la confianza de su bastón, Don Atilio (no pude evitar querer conocer su nombre), se introdujo en ese cuarto.  Cuando salió, noté su expresión de satisfacción por el deber cumplido.  Qué ejemplo!   Por qué un adulto tan mayor, no tiene obligación de concurrir a votar.  Él, lo hizo igual y se notaba, con mucho orgullo.

En el otro extremo, toda una fila de personas, incluidas las autoridades de mesa, aplaudieron a un joven de 18 años que votaba por primera vez.

Estos  actos, son sólo dos ejemplos,  seguramente, de muchos otros actos,  que dignificaron el acontecimiento eleccionario, pero sobre todo , resaltan, hablan muy bien de la condición humana.  No todo está perdido.  Muy a pesar de ciertos personajes digamos “oscuros”, hay en nuestra sociedad gente de la que estoy orgullosa y agradecida.

ALICIA CAMPOS

sábado, 2 de julio de 2011

3 de julio: Día del Locutor.

Un 3 de julio pero de 1943, veintiún locutores fundaron las SAL -Sociedad Argentina de Locutores-, entidad gremial que aún nos nuclea. Entre ellos, un joven del barrio de Palermo, el querido Roberto Galán. Protagonista de tantos éxitos. Quiero recordarlo sobre todo en este día y a su conducción memorable en “Yo me quiero casar… y Usted..?” como decía frente a cámaras.

Qué estilo moderno introdujo! Preguntas simples pero directas, y nos enterábamos de las historias de cada uno de los participantes. Sus relatos, sus vidas, algunas tristes y otras tan divertidas!

Roberto iba llevando al entrevistado, o a la entrevistada, a que cuente su vida. Y ahí nos enterábamos si era soltero,  propietario, mujeriego, en fin había para todos los gustos. Muchos años después, (creo que por 1992), tuve la suerte de conocerlo personalmente. Un día me lo cruzo en un pasillo de mi querida radio LR5 Excélsior. Impecablemente vestido y peinado.  Era ya un señor adulto mayor, pero aún conservaba su elegancia. Irradiaba luz propia, con esa sonrisa y esos ojos azules.  Qué pinta..!

Son esos personajes que nos regalaron los medios de comunicación masivos… irrepetibles. Por suerte aún tenemos a un Héctor Larrea, Cacho Fontana, más acá a Fernando Bravo o Juan Alberto Badía. Qué suerte  tuve de poder trabajar con estos dos últimos señores.   Comunicadores que dignifican nuestra, hoy, tan diluida profesión.

Los tiempos son otros, nada queda de esa radio que tanto amé.  Sólo me pasa, que siento el “olor” a radio, cuando voy a Nacional a  visitar a mi amiga la Cuni. Cierro los ojos e imagino que el tiempo no ha pasado, ahí aún hay olor a radio. Si tienen oportunidad mis colegas, los veteranos como yo, que tuvieron la fortuna de disfrutar de esa radio tradicional, donde éramos tan respetados los locutores, y éramos tan felices,  métanse en un estudio de Nacional, cierren los ojos y huelan.

Hoy, la realidad es bien distinta, la profesión del locutor está tan devaluada. Algunas emisoras, canales de televisión  o diarios,  fueron ocupadas por verdaderos intrusos. Empresarios que no saben nada de radio ni de tv. Sólo hacen negocios. Y en esa carrera hambrienta por el dinero que ellos mal administran, destruyeron y alejaron de su esencia  tanto a las radios, como a la tele, y como a algunos medios gráficos.

Como les digo a mis compañeros de la Licenciatura, que ya son locutores recibos: no hay que bajar los brazos, fuerza! A mis colegas, lo mismo y FELIZ DÍA!

ALICIA CAMPOS

Qué noche... Teté....!!!

Le tomé prestada por un ratito la frase al famoso estilista Roberto Giordano, porque de alguna manera representa lo que viví  hace una semana cuando fui a la Exposición del Automóvil  (que  ya finalizó el domingo pasado), a la que concurrí para acompañar a mi esposo.

Debo decir que la exposición fue un éxito. La Rural desbordaba de gente. Cada expositor hacía lucir su marca con vehículos lustrosos, detalladamente iluminados, con tecnología de última y con la ayuda, sin duda, de hermosas señoritas, muy simpáticas, y no de casualidad, todas jóvenes y delgadas, sugestivamente vestidas, que lograron el efecto deseado de marketing, es decir que la gente se “apiñara” a su alrededor.
Teniendo como objetivo el análisis que cada espacio social ofrece como comunicable, la Muestra de Autos fue un escenario sumamente interesante y rico. No desde el punto de vista económico, que está muy a la vista, si no desde la riqueza de reflexiones que aporta desde el campo sociológico.
Varias  cosas para resaltar. La primera, que NO me llamó la atención, es el gran porcentaje de público masculino. Me atrevería a decir que un 80 %  estaba compuesto por hombres y un 20% aproximadamente por mujeres. Hay una fascinación entre los autos, el poder y los hombres, sin distinción de clase social. Esta aclaración vale para diferenciar cómo se comportaban unos y otros.
Los concurrentes que por su vestimenta o modales, aparentaban una buena posición social,  mostraban un trato más frío al momento de interesarse por un auto, hacían preguntas en un tono distante, obviamente sus gustos se dirigían por lo general a los coches denominados de “alta gama”.
Lo realmente curioso, fue observar las reacciones del público “sencillo”. Personas comunes, vestidas modestamente. Generalmente parejas con varios hijos, o grupos de adolescentes.
Algunos, se notaba por su uniforme, recién salían de sus trabajos. Percibía que disfrutaban,  contagiaban su entusiasmo. Portaban bolsitas con folletos que pedían en cada stand por donde pasaban. Bulliciosos, se subían y bajaban de los autos. Los probaban y hasta se sacaban fotos. Posaban sonrientes. Miraban indisimuladamente a las promotoras, las que les sonreían educadamente. Parecían felices. Eso fue lo que más llamó mi atención. Ese ratito de felicidad con el que se conformaban. Conscientes o no de que salvo por una ironía del azar, jamás podrían tener ese auto, nadie les quitaría ese momento de placer. Y menos si una fotografía para el recuerdo los muestra  al volante de un poderoso auto deportivo. Cómo en las películas.
ALICIA CAMPOS