lunes, 26 de diciembre de 2011

SOCORRO….MALTRATADOR/A PSICOLÓGICO A LA VISTA !

A lo largo de nuestra existencia, las personas extremadamente sensibles (cómo yo) – vale aclarar que escribo a veces en primera persona, no por egocentrismo, sino como para usarme de  “conejillo de Indias”, en  determinadas experiencias de vida-. Decía, que los que contamos con una sensibilidad a “flor de piel”, somos más proclives a detectar estos personajes: Los maltratadores/as, llamados también, mentales.

Sin distinción sexual, ni de clase social, el maltrato, como forma de violencia, puede ser ejercido tanto por hombres, como por mujeres, en forma física o psicológica.  El torturador mental, es, a mi entender, el “manotazo de ahogado”, al que recurren ciertos personajes retorcidos, de nuestra sociedad, en la búsqueda de retener el poder de su discurso.  En general, se trata de sujetos, de una enorme incapacidad para ser aceptados por el resto, por un auto boicot –que ellos/ellas mismos generan-, con una carga emotiva muy pesada, y un gigante complejo de inferioridad, que viene con el combo incluido, de una baja autoestima.

Ahora bien, desde que nacemos, podemos ya ser víctimas de estos individuos.  Los podemos padecer en nuestra propia familia. Le siguen, algunos/as maestras,  novios, amigos, hijos, empleadores, etc. y así sucesivamente, de acuerdo con nuestra interacción social, en el tiempo. Es una situación injusta y despareja. El niño o la niña, puede llegar a toparse con estos torturadores, y por su condición de vulnerabilidad, no saber defenderse, y por lo tanto, el daño causado es peor, y casi siempre, deja secuelas en nuestra personalidad.  Pero a medida que crecemos, si bien la situación continúa injusta, ya no es tan despareja, porque aprendemos a detectarlos/as. Y además, desarrollar mecanismos que nos permitan, ignorarlos, enfrentarlos o soportarlos.
Hay que aclarar, que estos sujetos no son invención del mundo moderno.  Nacieron ya con la Historia.  En los tiempos actuales, por suerte, no sólo son fácilmente reconocibles, sino que además, se encuentran “devaluados”.  Vivimos en tiempos complejos, donde esta contemporaneidad (ya tratada en la nota anterior), nos lleva a plantearnos que queremos, cerca o lejos de nuestras vidas.  Que personas nos producen toxicidad o placer.

Al toparnos con un maltratador psicológico, lo primero que sentimos es rechazo, porque en ellos/ellas, vemos las miserias humanas en las que no nos queremos reflejar. La meta del ser social, es la búsqueda del reconocimiento de la otredad.  Vivimos para que el otro nos reconozca.  Tenemos necesidad de ser amados, comprendidos, escuchados.  Nadie está por encima, ni por debajo nuestro.  El estado de bienestar y armonía que queremos alcanzar y mantener para nuestra salud mental o física, no incluye a  maltratadores o torturadoras mentales.  Así que mi humilde sugerencia, es: si tiene la mala suerte de conocer a alguno, huya.  No le sirve para nada.

ALICIA CAMPOS

jueves, 8 de diciembre de 2011

Qué vida complicada..!!

Y no es para menos. Muchas veces me pregunté, por qué tiene que ser así. La respuesta la obtuve de la Filosofía contemporánea. Una de las ciencias “más humanas” que he conocido. Es la que se ocupa de lo que le pasa al hombre/mujer de hoy. Cuáles son sus deseos, qué es lo que quiere, hacia donde quiere ir, etc.

La sociedad occidental, está transitando una época difícil. Vivimos atravesados por dos ejes de pensamiento: por un lado la Modernidad que heredamos, en donde la categoría de progreso y proyecto, siguen vigentes, y donde según nos dijeron, debemos dejar el pasado atrás y “untarnos” de todo lo nuevo.  Frases como “lo pasado pisado”, etc. todavía están vigentes, así como el deseo irrefrenable del consumo y la acumulación material, como paradigmas de la felicidad.  Un pensamiento moderno, que todavía hoy sigue vigente.  Quizás, no con la fuerza de antes, porque no es menor declamar el desencanto que nos provocó esa Modernidad.  No todos  podemos vivir de la misma manera. Las oportunidades, se dan para algunos y no para otros, injustamente, o mejor dicho, la universalidad que propone falsamente el modelo, no es tal.  Para que algunas personas vivan “bien”, tiene que haber otras que vivan mal.

El otro eje: el Pos-moderno, nos hace pensar que es posible vivir, recurriendo al pasado, tomar de él lo que queramos, elaborar una crítica, reflexionar sobre lo que nos hace sentir mejor. Esto, es lo que la Filosofía actual nos señala como contemporaneidad. Y este es el momento difícil, esta contemporaneidad, este movernos entre los dos ejes. Para mí, es una experiencia maravillosa, y lo noto por ejemplo en la práctica social cotidiana. Ya no nos conformamos con acatar, lo que nos es dado, sino que está en nosotros, decidir que queremos para nuestras vidas.  Si hay un modelo económico hegemónico, que nos sigue indicando (lo observamos, por ejemplo, desde los medios de comunicación tecnológicos), que es lo bueno, bello, o ético, o normal. Está en cada uno de nosotros/nosotras, decidir, si es tan así. Podemos reproducirlo, ignorarlo, continuarlo, o seguir nuestra convicción, de que si queremos transformar esta realidad construida, desde los grupos económicos poderosos, podemos hacerlo. Tomemos conciencia. Reflexionemos sobre nuestras vidas, se puede.

ALICIA CAMPOS