A la pucha! Dije yo, cuando escuché, saliendo de mi casa, la
voz de un hombre que muy nervioso (sentía), se acercaba y seguro, iba a pasar por la entrada del edificio donde
vivo. Mi curiosidad pudo más. Me apuré. Quería saber a qué niño o niña
retaba. Pobre! Pensaba yo, seguro que
son esos chicos malcriados, unos verdaderos “demonios”.
Grandísima fue mi sorpresa, cuando lo veo. Los supuestos niñitos no estaban. El muchacho, joven, le estaba hablando a un
montón de perros, a los que llevaba de la correa. Era un paseador de perros! Y le hablaba a los
animales! Me dieron ganas de reírme de
mí a las carcajadas. No sé, me pareció
tierno….no es la primera vez que escucho personas que hablan con sus mascotas,
pero nunca en ese tono tan enojado.
El joven en cuestión, iba apurado. Le faltaban unos metros para llegar a la
plaza que tenemos en el barrio. Las
plazas…qué espacios sociales extraordinarios!
Ésta en particular, es hermosa. Bah, quedó embellecida porqué la
reciclaron toda, como algunas de otros
barrios. Son lugares únicos de pura
comunicación social.
Y los vecinos, ahora,
por suerte colaboran. La mantienen
pulcra. No hay envases, ni papeles en el
piso. Las veredas que las rodean,
impecables. A toda hora, hombres y
mujeres, hacen gimnasia. Trotan, caminan, corren escuchan música, charlan, en una perfecta armonía con los que llevan la
sillita o el libro, y el mate, y la
calesita… que pasa por parlantes, la música que les avisa a los chiquitos que
ya abrió su puerta de rejas y los espera con alegría y ansiedad.
Los árboles, las plantas, las mesas y sillas de cemento, los
juegos de recreación, el arenero, algún Pastor Evangelista que predica, sobre
todo los fines de semana, y la murga que practica los domingos. Todos, contribuyen
a que las plazas públicas sigan resistiendo.
En ellas no existen las diferencias sociales, todo lo
contrario. Es un hermoso ejemplo de que
la convivencia comunitaria, es posible. Que vivan las plazas!
ALICIA CAMPOS